Pese a
albergar, como es conocido por todos, la sede del parlamento y comisión europeos,
así como la de la OTAN, Bruselas es una
ciudad que conserva un carácter provinciano y posee una rica vida cultural. Sus
habitantes son llamados "zinneke", algo así como
perros callejeros, con mil razas, porque Bruselas es una mezcla de culturas
permanentes.
Muy cerca de la Grand Place encontrarás la Rue du Marché aux Herbes donde destacan las Galerías
Reales Saint Hubert, las primeras galerías cubiertas de Europa, donde entramos
en un mundo de tiendas de moda, galerías de arte, cafés y famosas chocolaterías como Neuhaus, no os
marchareis sin probar y comprar los mejores chocolates, pues los belgas son los
inventores del praliné, en este País el chocolate es considerado una obra de
artesanía y buena prueba de ello son sus escaparates o la presentación delicada
y elegante de sus bombones.
Continuaremos por Rue de l’Etuve, muy cerca de la Grand
Place, para descubrir uno de los símbolos
de Bruselas, el Manneken Pis. Esculpido en el s.xv, es una figura de
unos 50 centimetros que representa a un niño orinando en la pila de una fuente.
El original fue robado por un expresidiario
y en 1619 se hizo una copia, que está colocada en el mismo lugar.
Muy cerca de aquí se halla
la rue des bouchers, la zona más turística de la ciudad, inundada de
restaurantes de todo tipo, que no son
los más recomendables por su calidad-precio, aunque resulta curioso recorrerlos
y observar cómo los camareros apostados en las puertas intentan engatusarte ofreciendo
sus mejores platos y sonrisas. Aunque he dicho que es una zona muy turística y
que la mayoría de sus restaurantes no son los mejores para comer, es cierto que
se encuentra estratégicamente situada y que la mayoría de la gente le da un
voto de confianza por su cercanía con la Grand Place y con la Catedral de san Miguel y
Santa Gúdula. La Catedral es considerada la principal iglesia católica de Bélgica,
uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, con un aspecto impresionante, vidrieras muy famosas y un interior sobrio debido a los saqueos que sufrió.
Por último, visitaremos la
Zona Alta, paseando por el Sablon, barrio conocido por sus tiendas de antigüedades
y mercados, y por Monts des Arts, con los museos de Arte Antiguo y Moderno, la
Biblioteca y el Palacio Real.
Bruselas es una ciudad para
vivirla con los cinco sentidos, que no dejará de sorprenderte a cada paso. Queda mucho por explicar y por ver, y el viaje
será completo si se añade un recorrido por ciudades como Brujas, Gante o
Amberes; pero tendremos tiempo de hablar de ellas.